Productividad – ¿Dependerá de cómo soy yo?

La respuesta es SÍ… por supuesto que el ser productivo tiene que ver con la forma en la que decidimos comportarnos tanto en el terreno personal y profesional.

Probablemente no te hayas dado cuenta (de hecho la mayoría vive así) pero la actitud y las decisiones que tomamos con respecto al tiempo son la base de tener o no un día productivo.

Hablando del tema de los comportamientos, las personas que son sociables, carismáticas y con mucha afección por la gente son más propensas a invertir tiempo de más en reuniones, llamadas telefónicas y conversaciones en general debido a que les cuesta mucho más trabajo ser específicas, concretas y no divagar al momento de transmitir sus mensajes.

Si eres de las que les gusta platicar mucho es común que tú misma “te caches” que llevas ya 15 minutos hablando “de la vida y milagros” antes de ir al punto central que querías tocar en la llamada, en la reunión o en la conversación con una persona.  De fondo esa actitud puede traer un componente de “miedo a ser rechazada” o “temor a herir a la persona” por ser tan clara y directa. En algunos casos es importante hacer una “breve” introducción (resaltemos “breve”), pero regularmente el tema simplemente lo perdemos de vista y empezamos por aceptar que es “normal” que una junta que pudo haber sido de 60 minutos acabe en 3 horas. En este caso, como ya lo hemos comentado en otros foros (ver ¿Buscas tiempo libre? Huye de los ladrones del tiempo…) el principal distractor puedes ser tú misma y por lo tanto tomar conciencia de que esa es nuestra tendencia natural ayuda a enfocarnos.

¿Cómo podemos tener el control de esos tiempos “de más”? Hay muchos recursos tecnológicos como utilizar el celular para encender el cronómetro y que nos avise cuando llevamos ya 5 ó 10 min para no divagar; pedirle a otra persona que sea el “guardián del tiempo” y que levante la mano cuando perciba que ya se perdió el foco de la junta o dejar espacios específicos en la agenda semanal para darse el placer de divagar, perderse en el tiempo, relajarse, hacer todas las llamadas personales o pasarla viendo fotos o videos y participando en las conversaciones de las redes sociales. Todo eso se vale si lo haces pensando que ese es el momento adecuado y destinado para hacerlo, así  sin culpa o remordimiento alguno.

Además de la tendencia a perder el tiempo “porque así soy”, el otro sector a vigilar es el de tus competencias, tus gustos y tus habilidades. Como también ya hemos comentado, no es lo mismo hacer algo que te gusta, que hacer lo que no te gusta, y tampoco es lo mismo el tiempo que te consume hacer algo en lo que tienes experiencia y habilidad, que ponerte a trabajar en lo que no tienes ni idea de por dónde empezar.

Aquí la humildad o la arrogancia juegan un papel importante. La humildad aporta para reconocer que quizás necesites entrenamiento o ayuda para aprender nuevas formas de hacer las cosas. Si caes en la arrogancia, todo puede empeorar porque si no estás dispuesto a pedir ayuda o a apoyarte en tecnología o en alguien más, seguirás consumiendo tiempo que bien podría invertirse en otras cosas.

En todos los puntos de vista anteriores hemos estado hablado de ti y de las posturas que las personas en lo individual pueden tomar, lo cual es lo más simple de la ecuación porque la solución también está únicamente en la persona. El asunto se vuelve aun más complejo cuando la pérdida de tiempo está relacionada con la interacción con otras personas que también piensan y sienten.

Cuando percibas que las cosas no avanzan en un reto de grupo o de equipo es importante poner especial atención en los comportamientos, de hecho más bien en “tus comportamientos”. Muchas veces la razón por la que la gente no se enfoca en tu proyecto o en algo que tiene que ver contigo es porque simplemente “no te traga”.

Con razón o sin razón, provocado o inconsciente, si ese es el sentimiento o la emoción que tienen las personas con las que estás trabajando el problema está precisamente en tu relación con ellas, y por lo tanto la magnitud de los resultados que esperas va en la misma proporción.

La mala administración del tiempo, la baja productividad y todo lo que quieras agregarle son la consecuencia o el reflejo de esa mala relación. Si quieres cambiar las cosas, el primer paso es sin duda mejorar la relación entre los integrantes del equipo y principalmente la tuya con ellos para que una vez “limadas las asperezas” las cosas vuelvan a fluir.

Incluso las discusiones más fuertes, los retos más grandes o las decisiones más difíciles son mucho más simples cuando las personas que intervienen tienen una buena relación. Siempre es más fácil colaborar con alguien que te cae bien y que te inspira confianza.

Después de este panorama ¿crees que puedas ser más productiva?


Photo Credits: Bigstock © Blend Images

Deja un comentario